El insólito caso del Magallanes
El Magallanes salió de Nick Leyva y le dio el mando a Edgar Alfonzo con la esperanza de que la nave enderece el rumbo y es muy probable que consigan su objetivo. Pero no por el cambio de piloto.
Con el paso del tiempo he aprendido a no darle demasiada importancia a la figura del manager en el andar de un conjunto. Ni para las victorias, ni para las derrotas. Ganan y pierden los peloteros. Al menos es lo que creo y estoy claro en que puedo estar muy equivocado.
¿Era tan malo Leyva como para tener a ese equipo en el fondo de la tabla? No. El Magallanes anda ahí porque su defensa no ha sido buena, su bullpen falló mucho y porque ha tenido una buena dosis de mala suerte.
Cumplida la jornada del martes, eran terceros en average colectivo con .282, segundos en slugging con .435 y terceros en porcentaje de embasado con .359. Sin embargo, sólo habían anotado 178 carreras, por debajo de Caracas (217), Águilas (197), Cardenales (189) y Tiburones (181).
El problema puede estar en que no han sido productivos con gente en base, ni con corredores en posición anotadora. Ninguno de sus peloteros está entre los primeros 10 en esos dos departamentos. ¿Se asustan Pablo Sandoval, Edgardo Alfonzo, Jay Gibbons y Richard Hidalgo cuando tienen que traer carreras? Estoy seguro que no es así. Simplemente, no les ha ido bien por simple casualidad.
Su pitcheo tiene efectividad de 4.31, el segundo mejor del circuito. Sólo que les han anotado 41 carreras sucias, de lejos la mayor cantidad del circuito. Y el relevo, que estuvo muy mal al principio, es en buena parte responsable de que su foja en juegos de una carrera sea de cuatro victorias y nueve derrotas, el más malo de toda la liga. Pero ahí hay algo de mala suerte.
Lo cierto es que la nave cuenta –sin necesidad de esperar la llegada de Endy Chávez, Juan Rivera, Aníbal Sánchez, etc- con el material para darle la vuelta a esto. Un equipo así no puede tener la marca que muestra hoy y de un momento a otro van a comenzar a hilar victorias. Y entonces, claro, todos dirán que la llegada de Alfonzo cambió el clubhouse, devolvió la química y puso a todos felices. La verdad, es que lo único que le falta al Magallanes es algo de suerte. Y que agarren la pelota.
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